Jauría de perros: funcionamiento de la jauría, ¿qué razas?

Al igual que su antepasado el lobo, el perro es un animal gregario que evoluciona en estado salvaje en grupos jerárquicos. Si bien hablamos entonces de jaurías de perros, comparar su funcionamiento con el de los lobos es un error común, porque sus estructuras siguen siendo apreciablemente diferentes por naturaleza y sobre todo por la domesticación del perro. Sin embargo, observar la actitud del lobo en una manada nos permite comprender ciertos hechos jerárquicos dentro de una manada de perros.

Jauría de perros: funcionamiento de la jauría, ¿qué razas?

Empaca vida en perros y lobos

Como ocurre con los lobos, la manada de perros opera en base a una lógica de organización social que pasa por jerarquía: así encontramos dentro del grupo una pareja dominante (llamada alfa), una pareja subdominante (llamada beta) y un conjunto de individuos dominados (llamados omega).

Estas relaciones jerárquicas permiten que la manada conviva con el menor conflicto posible, teniendo cada miembro definido o adquirido su lugar en el grupo. En principio, una manada de perros tiene unos diez miembros, y la inserción en la jerarquía se realiza en la pubertad para los perros jóvenes. Si existe un conflicto de intereses entre dos perros del mismo sexo, puede producirse una agresión jerárquica para determinar cuál es el más dominante de los dos. Este último puede ir desde una simple amenaza hasta un mordisco, o en ocasiones hasta un combate.

Es este comportamiento el que reproducen algunos perros domésticos cuando se les impone algo que no les gusta: tocar su cuenco, sus juguetes, entrar en contacto cuando no lo quiere ... Este análisis sirve entonces para regular Problemas de comportamiento encontrados con un perro dominante porque en estas situaciones, la relación entre el ser humano y el perro se ve alterada patológicamente por una pérdida de relaciones jerárquicas.

Manifestaciones de la jerarquía en la manada.

Dentro de la manada, el perro dominante tiene una serie de ventajas ligadas a su estatus: estas prerrogativas se refieren en particular a la organización de las comidas, la ocupación del espacio y la gestión de los contactos, incluida la sexualidad. Por lo general, es el perro o la pareja dominante el que come primero después de la caza. A menudo vuelve a la presa una y otra vez, fingiendo haber terminado y luego empujando con un gruñido a los que se han abalanzado sobre ella. Sólo cuando esté completamente saciado dejará comer a los demás miembros del grupo.

Este comportamiento permite que el perro alfa se siente y fortalezca su estado dominante, y pruebe a quienes quisieran competir contra él. Sin embargo, la noción de dominante es muy fluctuante y puede cuestionarse en cualquier momento. De hecho, alrededor del círculo dominante donde se encuentran el macho y algunas hembras, se desarrolla un segundo círculo de subdominantes que probablemente ocupen su lugar.

Los otros círculos periféricos incluyen a individuos más débiles (perros viejos, enfermos) así como a adultos jóvenes, que también es probable que ingresen a los círculos dominantes después de la pubertad. También es el perro dominante quien controla el espacio colocándose en lugares donde puede observar a toda la manada. Tiene derecho a hacer contacto con otros perros y solo él tiene el poder de expresar su sexualidad mientras monta perras. Por otro lado, está prohibido que los dominados se acerquen a él sin haber sido invitados, así como cubrir a las hembras. El dominante, por tanto, gestiona sus propios contactos y los de otros perros entre sí.

Ejemplos de razas de perros que viven en manadas

En su estado natural, es probable que cualquier perro se una a una manada e intente integrarla. En la práctica, un perro doméstico que viva solo con sus dueños interpretará esta configuración como una manada, y su comportamiento responderá por tanto a la lógica de jerarquía dictada por sus instintos sociales. Es en este principio que los conductistas se basan para resolver situaciones de conflicto entre el amo y su perro.

Además, las razas de perros domésticos que hoy viven en manada son esencialmente perros de caza o de trineo , disciplinas donde la lógica grupal es fundamental para obtener un resultado en un contexto laboral. Los primeros, pertenecientes a la categoría de los llamados sabuesos, son por ejemplo el Beagle, el Basset Artesien, el anglo-francés, el anglo-normando, el Fauve de Bretagne, el Fox-Hound, el tricolor francés y el Poitevin. .

Algunos perros de trineo o perros nórdicos incluyen el husky siberiano, el malamute, el samoyedo, el groenlandés y el perro inuit canadiense. Estos últimos tienen un fuerte instinto de manada relacionado con el del lobo. A menudo son luchadores y celosos con sus compañeros, lo que hace que su educación sea esencial, así como su socialización cuando viven solos con humanos.

Comportamientos vinculados a la lógica del paquete

Como se dijo anteriormente, el perro rastrea sus relaciones sociales con los humanos en las que tendría con otros perros. Por ello, se deben respetar ciertas reglas para que un perro de compañía se sienta en su lugar y no se arriesgue a "desdibujar" en su mente las relaciones que se supone gobiernan al grupo.

Por eso, es muy importante alimentar a tu perro solo después de las comidas, no alimentarlo en la mesa y prohibirle que se acerque a él mientras estás comiendo. También se recomienda no dejar que un perro, aunque sea pequeño, se suba a las rodillas cuando lo considere oportuno o incluso se suba a las camas y sofás, porque los lugares para dormir en altura tienen un fuerte valor jerárquico.

Asimismo, un animal que pregunta constantemente a su dueño, no permite que nadie se le acerque, o incluso que se interpone entre sus dueños, se comporta como un perro dominante y por eso es importante devolverlo a su canasta en cada intento. Las demostraciones sexuales (perro a horcajadas sobre la pierna) también deben estar prohibidas.

Para hacer entender a un perro que su lugar es el del dominado y no el del dominante, es necesario tomar el camino contrario que consiste en llamarlo para que venga a ser acariciado, y devolverlo a su lugar en los momentos clave en los que se no debería estar allí.

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